Prof. María Pía Luzzi

Asignatura: Tutoría
Año: 1ero

Siempre me cuesta elegir los temas para presentar en el boletín, trato de ponerme en el lugar de quien lo lee y es ahí cuando apelo a mi rol de madre y pienso en los temas que me preocupan y ocupan desde ese lugar.

Esta vez debo reconocer que el facebook tiene su lado positivo, me permitió encontrarme con un artículo muy interesante escrito por el psicoanalista Massimo Recalcati, el cual me dejó pensando en el desafío que enfrentamos como padres y algunos como educadores también.

En su último libro reflexiona sobre  el papel de la educación en una sociedad en la que se ha diluido la autoridad paterna y, por extensión, la del profesor. 

Les dejo algunos fragmentos que llamaron mi atención:

A diferencia de lo que ocurría antes, los jóvenes ya no tienen que rebelarse contra sus progenitores -ni matar, como Edipo, al padre- porque los tienen a su lado, convertidos en compañeros de juegos. «El maestro está cada vez más solo y humillado», sostiene Recalcati, que reivindica la figura del docente que despierta en el alumno la pasión por el conocimiento.

El hecho novedoso es que se ha roto el pacto generacional y esto ha incidido en el discurso educativo. Los padres y los profesores ya no trabajan juntos en la educación de los jóvenes. Los padres más bien son los aliados de los hijos contra los profesores. Es un cambio inaudito: los padres, en vez de apoyar el trabajo de los profesores, se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos. Para Freud existía un vínculo espiritual entre padres y docentes. Hoy, este vínculo se ha deshecho. Cuando un profesor asume la responsabilidad de suspender a un alumno o iniciar un procedimiento disciplinario, las familias lo miran con sospecha.

Descalificar la escuela es descalificar la dimensión colectiva de la vida. El niño es el rey de la familia; todo debe ser sometido a sus exigencias. Es una metamorfosis antropológica; ya no es el hijo el que tiene que hacer cuentas con la realidad, sino que es la realidad la que tiene que plasmarse según el capricho del hijo.

La cultura es la única vacuna que puede salvar la vida de nuestros hijos frente al riesgo de la disipación y la violencia. Lo decía Pasolini al inicio de los 70: es el vacío de cultura el que genera el deseo de la muerte. La droga, el alcohol, la violencia, la dependencia de internet, el aislamiento, la anorexia… son manifestaciones de este vacío. Ésta debería ser la primera función preventiva de la escuela: donde hay cultura hay deseo de vida y no de muerte.”

El buen profesor no considera al alumno como una cabeza vacía que hay que llenar, sino como un fuego que hay que encender.

El texto nos lleva a pensar en la importancia del trabajo en forma conjunta, ya no se trata de juzgar al otro, sino de trabajar con él para lograr acompañar de la mejor manera la educación de las generaciones venideras.

Lic. Pía Luzzi.